sábado, 12 de octubre de 2013

Para Masticar, no hay mejor que esta feria
Del jueves 3 al domingo 6 de octubre, en el barrio de Palermo “Hollywood”, tuvo lugar la feria Masticar, tal vez el acontecimiento más esperado por los amantes de la cocina gourmet. Este evento es organizado por A.C.E.L.G.A, agrupación de cocineros y empresarios gastronómicos argentinos. La idea es ubicar, en un extenso predio, diversos stands de productos gourmet y de renombrados restaurantes argentinos, acercándoselos a todo el público, que acude con una voraz curiosidad gastronómica.
Esta feria tiene la “particularidad” de estar bien organizada, que no es un dato menor. Teniendo en cuenta que pude visitarla el sábado a las 14hs, con una fila que daba la vuelta al predio, el ingreso de gente era constante, pero fluido. Los angurrientos clientes que se agolpaban en cada stand, eran rápidamente despachados, debido a la gran cantidad de personal que trabajaba en cada uno. Dentro de la feria se emplearon unos tickets con valor monetario (para evitar oportunistas indeseados), que se cambiaban en el ingreso y, necesariamente, se seguirían cambiando durante el raid alimenticio.
En lo estríctamente gastronómico, en esta feria me sentía como mi viejo encerrado un día en una ferretería; ojos bien grandes, ganas de curiosear cada tramo y probar todo. Así fue como aparecí mágicamente en el stand de 878 y me hice con un negroní añejo, que sirven desde unos mini barrilitos. Ya tenía la bebida, ahora a hincarle el diente a un sanguche en Elena: pan de leche, ojo de bife Dry Aged, fondue de queso Lincoln y ketchup. Resutado: sonrisa guasonesca y excitación, eso. Me convidaron también un poco de Goulasch con späztle, del puesto de Austria; imprescindible.
Dentro del predio la feria ofreció un sector al aire libre, excelente marco para sentarse al sol a devorarse el célebre huevo apanado de Paraje Arévalo, acompañado de verdes y una salsita con un toque dulce. Lo particular de este plato es perforar la capa de pan rallado, para ver salir la yema, efecto que genera la mejore de las sensaciones. El exterior albergó además otras opciones, como Cusina Paradiso; con pizzas napolitanas, tiramisú y un Donato de Santis muy arengador (megáfono en mano), junto a su familia. Afuera también se encontraba el stand de GAJO (asociación de cocineros, con Soledad Nardelli, entre otros), donde me despaché con un garrón de cordero que se desmenuzaba solo, junto a un puré de zapallo casi espumoso.
Mención merece el stand de "Rolling Chicken"; sus sanguches de pollo de campo al espiedo, Pablo Massey saltando y el "zorrito" Von Quintiero con su alegre aporte musical, convirtieron el sector en un festival.
Continué mi recorrido acompañado de otro Negroni del 8 (para amenizar lo amenizado) y un Julep con naranja del stand de Inés de los Santos. Con estos tragos me le animé a las ostras con tabasco y cítrico que ostentaba Crizia; ese sublime e inefable contraste de ostras sobre un plato de telgopor. Solo acá.

Al finalizar la tarde, me retiré extenuado por la procesión gourmet. Con la sensación de que un día solo no alcanza. Y es verdad, no es suficiente. Pero lleno. Más que lleno; pleno.



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