martes, 1 de octubre de 2013

Experiencias gastronómicas: Casa Coupage
Como todo “foodie”, me gusta ir a comer a los lugares que presentan propuestas interesantes, fuera de lo habitual. De más está decir que el elitismo alimenticio no me ha corrompido; comer pizza de “dorapa”, ir a parrillas o caer en el bodegón más austero suelen ser de mis frecuentes prácticas. Pero en este caso, le di lugar a mi costado bacán, visitando Casa Coupage.
Casi en los límites de Palermo Hollywood se ubica Casa Coupage, restaurant que funciona hace 8 años a puertas cerradas, cuyo concepto y atención es llevada a cabo por sus ideólogos; los sommeliers Inés Medienta y Santiago Mymicopulo, junto a la cocina del chef Pablo Bolzán.
Si bien visité el lugar en los días cercanos a la primavera, aún figuraba en carta su menú invierno. Entiéndase que es un lugar al que uno no puede ir a comer muy seguido (uno como yo, en mi caso, bolsillo medio a bajo), pero son esos gustos que te enriquecen sobre maridajes y opciones gourmet que te llenan la cabeza de cosas nuevas.
Pasándolo en limpio, en Casa Coupage tenés dos alternativas: podés elegir entre las distintas opciones de entradas, platos principales y postres (aproximadamente 4 opciones de cada paso), u optar por el menú degustación de 8 pasos (370$), y maridarlo con 3, 5 o 7 vinos (120$, 170$ o 220$, respectivamente), según te sientas osado esa noche. Mi osadía llegó hasta el maridaje con 5 vinos; dos copas más me parecieron excesivas. Claro que también opté por el menú de 8 pasos.
Dió comienzo al banquete, un bien recibido aperitivo de paté de pato, para dar lugar a lo que en la carta denominan “habemus papa”: cocciones de papa de las más diversas.
Como tercer paso pude disfrutar unas tiras de salmón marinado, que poseían una textura súper aterciopelada, acompañado de plátano, coco, panka y naranja. Deliciosa combinación con el verdes cobardes de Passionate Wines, el Riesling de Canale y un rosé de Domaine Bousquet. Llegó luego el turno de la simpática degustación de chorizos; uno de langostinos, otro de pato y uno de conejo; muy bien logrados.
Como principal pude probar las dos opciones: un salmón blanco ahumado con carozos de aceitunas negras y carrillera estofada con frutos rojos y puré de coliflor. Dos alternativas bien diferentes, pero ambas riquísimas. Para la carne me trajeron un malbec CarinaE y el Hijo Pródigo malbec.
Llegando al final recibí el siempre valorado plato de quesos; con roquefort, queso de cabra, un queso semiduro, hinojos acaramelados y almendras. Hubo también un pre postre, el cual no recuerdo (bueno gente, fue una maratón ¿qué quieren?) y finalizamos con un postre que constaba de espuma de licor de huevo, frutos rojos y granita de cítricos, acompañado por un Riesling dulce de Las perdices.
El plus que engalanó la velada es que, al comentarle a Santiago que soy sommelier (tip útil en estos casos), me ofrecieron amablemente una copa de syrah australiano de Glen Carlou y un vino 2004 sencillamente delicioso, cuyo nombre lamentablemente no perduró en mi memoria, pero sí en mi paladar (que injusto ¿no?).
En definitiva, un lugar cuyo esmero en armonizar su versátil cocina con una completa carta de vinos es notorio, de plausible factoría. Si van, háganlo con tiempo; demoré más de 3 horas entre plato y plato. Ideal para ir en pareja.

4 comentarios:

  1. buena nota! iremos x esos lares a ver que pasa. saludos!

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    1. Dale, te va a gustar, de seguro ya cambió el menú a primavera. Gracias por el comentario.

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  2. Te felicito por la experiencia, aunque debo decir que prefiero los bastoncetos de mussa! Abrazo Ivo! Muy buen laburo nene

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